01 septiembre 2011

El derecho de las bestias


Amparados en el anonimato, muchos lectores se afanan por difamar, insultar, amenazar y opinar sin códigos, sin conocimiento y sin inteligencia. Esto es lo más molesto. A los cobardes se los lleva el agua, a los difamadores los ahoga la verdad, pero a los ignorantes los tenemos que soportar porque son inimputables. Yo no soy otro que aquel que fui. No cobré de Manolo y si, cobro de Darío. Lo hago porque es mi derecho y porque vivo de esto. Nunca lo negué y, quienes me conocen, saben como accedí a los previstos. No critico a Darío para sacarle plata, no lo hago desde el apoyo a otra opción. Lo hago desde mi lugar de ciudadano que quiere un Lanús mejor. Ninguna otra cosa me mueve. Las ratas que difaman desde las sombras no me asustan ni me preocupan. Siempre di la cara y, siempre me hice cargo de lo que digo, ¿Pueden decir lo mismo los que se esconden en el anonimato y amenazan? La mediocridad reinante, habilita a que cualquier idiota se sienta con derecho a opinar. Es lo que hoy mal llamamos democracia. Pretender un país mejor es un derecho y una obligación de todos. Incluso de un hombre dedicado, con mayor o menor empleo, al periodismo, al que respeto y protejo, desde mi verdad. No tengan miedo, ¡La verdad los hará libres!

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