Recuerdo la satisfacción y el orgullo con que los funcionarios presentaron la instalación del ascensor para discapacitados que daba fin a las penurias de aquellos con problemas de traslado, justamente en un municipio donde las reuniones, invariablemente, se hacía en el subsuelo, ¿Falta de ideas? ¿Falta de capacidad? Como sea, el ascensor a pistón solucionaba aquellos viejos reclamos con un sistema que, los funcionarios calificaban de tener un mantenimiento sencillo. Nada más lejos de la verdad. El ascensor nació mal parido. No funcionó al ser instalado y luego de la reparación, tampoco funcionó por demasiado tiempo. Ahora, como un mudo testigo de la desidia municipal, yace estático y sin utilidad, ¿La razón? Sencillo, no lo pagaron y, por supuesto, no se ocuparon de repararlo. Los discapacitados siguen con sus viejas penurias y esperando que aquel discurso de Darío, grabado en video, sobre lo imprescindible de contar con un paso a nivel para discapacitados que una el este con el oeste, se convierta en realidad. Demasiadas deudas con los excluidos de siempre, ¿Acaso no votan?
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