15 septiembre 2010

Aplicando el sentido común

La lógica enseña que hay que atender las necesidades primarias y luego las complementarias. En Lanús, las cosas no funcionan así. Primero se construyen los molestos reductores de velocidad con serrucho que destruyen el tren delantero de autos y camiones como le sucedió a un camión en la calle Pedernera que perdió la tracción y se comió un coche estacionado sin provocar víctimas y, posteriormente, (suponemos) se rellenarán los millones de baches que pululan por las destruidas calles del distrito. Eso si, no se hará con lo producido por la municipalidad porque la planta asfáltica sigue, incomprensiblemente, sin funcionar y se compra afuera lo que se podría fabricar aquí, a bajo costo y con la consiguiente alegría de los contribuyentes que dejarían de gastar fortunas para arreglar los autos a causa de tanto pozo y deterioro de calles.

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