15 septiembre 2010

Está linda Lanús

Le pondría signos de admiración al título, pero me daría vergüenza. Vergüenza ajena, diría, porque Lanús, mi ciudad, no está linda. Está sucia, rota, inundada, contaminada, poblada de intrusos que se apoderan de tierras en un municipio que no tiene tierras y espacios libres suficientes. Dicen que no permitirán que una zona fabril sea considerada como apta para construir edificios (¿Hay un concejal en medio?), a pesar de haber sido aprobado por el HCD. La vergüenza, parece que también llegó al ejecutivo porque han salido a cortar el tema del cementerio que le denunciáramos personalmente a Darío. La decisión que tome, sea la que sea, será tardía porque los juicios contra García y Gorosito, ya vienen en camino y ni el intendente podrá evitarlos, ni podrá evitar que salpiquen a su secretario de gobierno el ineficaz Viscelino que, cada vez que abre la boca, precipita la imagen del intendente, pero este lo banca, inexplicablemente, porque él solo es capaz de amasar la fortuna que amasó en solo tres añitos. Quizás pensó que solo tendría cuatro años para salvarse económicamente, ¿o lo pensó ella? ¿O lo pensó Ledesma? ¿O lo pensó cada uno de los funcionarios que necesitan la playa de estacionamiento que antes ocupaban funcionarios y contribuyentes y hoy cubren los nuevos autos oficiales de alta gama? Lanús está rota, toda rota. Lanús está sucia, los basurales lo demuestran y Angelito se quiere ir porque sabe que será el chivo expiatorio de la bronca ciudadana. Lanús está contaminada y nadie hace nada y, por eso, tenemos que pagar mil pesos diarios, no el intendente, usted y yo que no exigimos que trabajen los que cobran fortunas por ser dueños del poder. Lanús está poblada de extranjeros que no vinieron a dignificarlas sino a esquilmarla porque tenemos un intendente débil que paga para no salir en los diarios, mal parado. ¿Es duro lo que digo? Es más duro ver esta realidad cotidiana con muertos, con necesitados locales que deben hacer cola para recibir lo que sobra de la fiesta de los de afuera. ¡Xenófobo! Me dijeron y lo admito. Me rompe las pelotas que vengan de países limítrofes donde un indígena nos cobra el gas a precio de oro olvidándose que todos somos Latinoamérica, ¿O Latinoamérica es solo un clisé para los discursos oficiales? No protesto porque vengan  en busca de trabajo honrado y para engrandecer la patria. Protesto porque vienen a esquilmar las arcas de un gobierno que malinterpreta la solidaridad y alimenta a parásitos con el alimento de los que se lo merecen porque nacieron aquí, aquí tienen sus muertos y su simiente y dieron su sangre para que Argentina fuera una Patria soberana y digna, argumento desconocido para estos parásitos que piden viviendas y alimentos y procrean como conejos. “Solo la verdad nos hará libres”, dijeron y es la única realidad que debe guiarnos. La hipocresía se la dejo a los políticos, los dueños de la Patria a la que renunciamos por no denunciar. Yo no quiero ser cómplice. Nunca lo seré, y me sigo llamando Alberto Calleja.

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