En el ámbito local, el rumor es como oxígeno, imprescindible, para componer una realidad cotidiana rayana en la dependencia política. No se pueden tomar decisiones o alentar un paso de riesgo, sin confirmar que lo oído, o lo que se desea oír, sea un poco cierto. No se piden certificados de autenticidad, basta con que dos o tres confirmen haberlo escuchado, para echarlo a rodar. Alguien me consultó si Amore tenía relación con el vudú. En realidad, lo que me preguntaron era si Amore se había sentado con Boudou, el casi futuro vicepresidente de los argentinos. No se cual pregunta me sorprendió más. No lo veo a Mariano encendiendo velas de colores, con rastas en su cabeza y ojos vidriados por la narcosis. ¿La verdad? Tampoco lo imagino tarareando un rock con el muchacho díscolo que Cristina eligió como compañero de fórmula, pero el tema me inquietó. Recién bajado de la candidatura de la Coalición Cívica, ¿Podría estar rosqueando con el gobierno? En estos casos, lo mejor es recurrir a las fuentes. Obviamente, tuve que soportar la cargada y la risa espontánea del edil, luego si, me explicó, “Soy amigo de Boudou desde hace años, como lo soy de Abal Medina, es más, mi auto me lo vendió Abal Medina. Alguien que se enteró de esta relación, echó a rodar el comentario. Me dijeron que llegó hasta Natalia (Gradaschi), aunque no se si lo creyó”, admitió Amore todavía saboreando la satisfacción por verse protagonista de una historia distinta que lo arrastra a las portadas de los medios, gracias a los que lo quieren ver caído.
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