Si las
elecciones fueran hoy Massa y los que lo representan se quedarían con siete
concejales en Lanús y Darío conservaría cinco de los suyos con el aporte
invaluable de Omar López.
Russo tendrá
que lidiar con el astuto Di Masi que logró colar su lista con el 28 por ciento
que recibió de sus votantes y meterá la cola entre Russo, Noelia y Albertito
como pide, o quedará detrás de ellos, pero dentro del bloque. Los radicales,
después de la desastrosa negociación con la Stolbizer, es muy probable que
queden afuera nuevamente del HCD, para que esto no suceda deberán meter, al
menos, diez mil votos más. Otro tanto sucede con De Narváez, la Izquierda y el
PRO. Falta poco para Octubre y es probable que no haya cambios drásticos. Respecto
del 2015 la lectura no es tan sencilla. Díaz Pérez tiene dos años para mejorar
su pálida imagen que lo arrastró a realizar la peor elección del conurbano. Dependerá
de su buen juicio entender que necesita cambios profundos de nombres y
tácticas. Deberá destruir la máquina de impedir que habita en la municipalidad
con nombres que espantan y le esmerilan la gestión y comenzar a mostrarse con
aquellos que lo critican y se atreven al insulto por el simple hecho de no
confrontarlos y explicar lo que se viene en obras y seguridad. El camino no es
sencillo, pero habrá que cambiar de discurso, olvidarse de Manolo y de los
“gorilas” y consensuar con todos para que la culpa o la victoria sea
compartida.
Enfrente
estará el senador Pallares con la necesidad de escribir un nuevo logro en la
ilustre familia y la vasta experiencia que sumó en la legislatura. Russo, que
tiene vuelo propio, seguramente buscará lo mismo y habrá que estar atentos a
posibles disputas. Massa, cultor de la escuela Kirchnerista esperará a ver quien
queda en pie para decidir.
Quedan
dos años de Cristinismo que, sin autocrítica sigue descalificando a la
oposición y provocando un desgaste innecesario que produce estos resultados
electorales donde se vota lo distinto sin detenerse a pensar si es mejor o
peor. Mientras tanto, esta Argentina sigue sin dar muestras de reacción con una
inflación que se devora todo y un riesgo país del que ya no se habla, pero que
nos aumenta las tasas aunque los préstamos no lleguen.
A Dios,
del que ya no estoy seguro que sea argentino, le pediremos por el precio de la
soja y el crecimiento de las retenciones, la verdadera matriz productiva que
nos permita seguir intentando sobrevivir con algo de dignidad. Si el futuro es
Massa o Scioli se debe a la falta de compromiso de muchos. No nos quejemos
después si no nos quejamos antes y hacemos algo para cambiar esta realidad.