Aquello
que diferencia a un periodista de sus lectores es su capacidad de abstraerse de
la noticia y ser objetivo. La tentación más grande es intervenir y opinar y en
eso está basada nuestra poca o mucha credibilidad. En el caso de este
trabajador, Anselmo López, la objetividad se transforma en obstáculo porque
necesitamos formar parte de la historia. Una historia de la cual fuimos parte y
que lleva más de diez años de luchas, de denuncias y de tragar sapos, como se
dice en la jerga cuando nos impiden que brille la verdad y triunfe la justicia,
a manos de quienes deben defenderla.
Anselmo
era un hombre paraguayo de perfil bajo, como se define a un hombre íntegro,
comprometido, pero que no hace ostentación, ni de su trabajo social, ni de su
entrega, física y económica, con su comunidad. A tal punto que es su compañera
de toda la vida, la madre se sus doce hijos, quien trasciende aún sin
pretenderlo. Notaron, seguramente, que puse “era” y es que nuestro Anselmo es
la víctima de esta historia oscura e injusta-
Todo se
vuelve más claro cuando explique que su mujer fue Reyna Cristaldo, mujer
referente de Villa Porá, luchadora incansable e, incluso molesta para aquellas
autoridades que la veían como un moscardón irrumpiendo su siesta municipal.
Todo se
vuelve más terrible cuando llaman y dicen, “han matado al marido de Reyna”. Y
las cosas cotidianas se desencajan, se distorsionan, porque estos personajes se
nos aparecen inmortales. Y no es una metáfora rebuscada, es que después de diez
o más años de denuncias, de enfrentar a la mafia de la droga que todo lo
corrompe, y cuando digo todo, me refiero a todo el arco social desde jueces,
fiscales, policías, políticos y narcos y asesinos, se tiñe todo con un tono de
surrealismo. Denuncias que no prosperan, confrontamientos con individuos
peligrosos para los que la vida no vale nada, sobre todo si es la ajena.
Hay
nombres, hay detenidos, de hecho una pareja que serían los instigadores y un
prófugo que sería el gatillero. El que se bajó de su moto luego de charlar con
la paraguaya cómplice y disparó siete tiros contra la humanidad de Anselmo que
paleaba para colocar postes con el propósito de cercar la cancha del barrio. Lo
hirió en la ingle, en la pierna y en un pulmón con un revólver cal 32. Esos
calibres que, para la ley, “No son armas de guerra” y suelen liberar a los
delincuentes que los portan.
La
historia es mucho más compleja y compromete a gente importante de la sociedad
lanusense, pero eso será parte del trabajo penal. El pibe de La Cámpora, Julián
Domínguez, se acercó y allanó el camino de la familia en cuanto a trámites y
denuncias, justo es reconocerlo.
Tuve el
privilegio de conocer los hechos de boca de mi amiga Reyna, quien no quiso que
trascendiera en los medios que se acercaron a conocerlos.
La ley
dice, en boca del Coordinador Edgardo García (es el nuevo cargo de los Jefes
Departamentales) que el individuo estaría identificado y se espera su pronta
captura. Interviene el Fiscal Dr. Leguiza
No hay
nombres para no complicar la investigación, pero los nombres están y los
daremos a conocer cuando este caso se aclare.