05 abril 2012

El don de la oportunidad


Yo se que la crítica molesta, pero póngase en mi lugar. Vino el temporal. Derribó la pared del espacio donde suelo guardar mi auto. Gracias a Dios, no lo había guardado, y no lo guardé cuando se inició la tormenta. Hubiera quedado atrapado debajo de los escombros, o podría haber quedado bajo algún árbol camino al predio, de los tantos que cayeron, producto del vendaval que se desató.  No vi cuadrillas solucionando los problemas de las caídas de árboles, ni patrullas urbanas consignando detalles de la catástrofe. Eso si. Recibí un llamado donde, desde la intendencia me aclaraban que está, estrictamente prohibido, podar los árboles. Cuestión que debería estar a cargo del municipio, pero no se hace, y cuando se hace, es más el trastorno por el corte de calle, que la solución, porque podan poco y lento y, seguramente, debe ser muy caro para los flacos bolsillos municipales que sostenemos nosotros con nuestros impuestos, ¿Hacía falta el llamado inoportuno? ¿No se podía haber obviado, teniendo en cuenta que hay mucha gente víctima del tornado que derribó especies que, hace mucho deberían haber sido podadas? ¿Sabe que es lo que más me indigna? Que por C5N, salga el idiota útil de Feimann para decir que, “en Lanús, el intendente Díaz Pérez, mandó patrullas para ocuparse de los problemas”. Es decir, pagan para que alguien que no vive en Lanús, diga que el municipio se ocupa de nosotros, ¿Para que?, si para eso están los funcionarios que tampoco viven en Lanús, pero se llevan la parte del león del presupuesto municipal. El don de la oportunidad es, ni más ni menos que sentido común. Algo que suele demostrar un funcionario cuando se ocupa, realmente, de la gestión.





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