Disculpen,
pero me fue imposible titular esta nota
y por eso recurrí a la risa. Remedio infalible contra la idiotez.
Resulta que leo que, nuestro intendente, Darío Díaz Pérez, demandó a La Defensa
por sentirse ofendido por un artículo donde afirman que se gastó 8.000 pesos en
un cena o almuerzo para festejar su cumpleaños, cuando acabo de enterarme que
sus discípulos se gastaron casi 27.000 pesos en La Quintana. No se si los
pagaron o los mandaron a tesorería, pero es algo que ya no sorprende. Muchas
veces escuchamos de boca de los propietarios de estos boliches como Tomato,
entre otros, quejarse porque consumen a cuerpo de rey y firman la factura que
luego pagaremos nosotros por tesorería. Yo me pregunto, ¿Qué pasaría si
nosotros, los ciudadanos de Lanús, comenzamos a demandar al municipio por la
rotura de nuestros vehículos a causa de los inmensos e incontables baches que
inundan el distrito?, y hablando de inundar, ¿Qué pasaría si lo demandan
aquellos propietarios que ven caer el valor de sus propiedades a causa de las
constantes inundaciones que deterioran calle y viviendas?. O lo demandamos
entre todos por los muertos y heridos y asaltados a causa de la falta de
inversión en seguridad, cuando, en realidad, la plata vino y se gastó en otros
ítems? Se me ocurre algo, ¿Qué tal si demandamos a Darío por mentiroso? Por
vendernos obras que no podrá ejecutar como las cloacas, los puentes, y otras
promesas incumplidas. Dicen que el pez por la boca muere, metáfora que indica
que hay que tener cuidado con lo que se dice, sobre todo, cuando el que habla,
no banca con el cuerpo, lo que dice por bocón. Códigos de barrio, le dicen.
Códigos de hombres, digo yo.
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