“En Paraguay. el parlamento quiere arrogarse los derechos del pueblo, a
pesar de que faltan escasos meses para que Lugo finalice su mandato. Aunque
Paraguay tiene un sistema presidencialista, el parlamento se ha erigido en el
refugio de los resentidos de la política tradicional. Que este caso sirva de
ejemplo contra quienes, desde una estúpida posición eurocentrista, predican
aquí el parlamentarismo, a imitación de los modelos europeos y desconociendo la
realidad histórica de nuestros países, tradicionalmente presidencialistas.
Incluyo en esa prédica idiotizante y europeísta a Zaffaroni, a quien respeto
por otras razones, no por su posición parlamentarista que me parece una
verdadera pavada y un cholulismo jurídico. El parlamentarismo no es otra cosa
que la institucionalización de la transa parlamentaria en la formación de los
gobiernos, y tiene como inevitable resultado la conformación de una clase
política enajenada de los intereses populares y que actúa como mediadora entre
el electorado y las corporaciones económicas. Las grandes transformaciones
sociales en América siempre fueron llevadas a cabo por Ejecutivos fuertes. ¿Se
imaginan que pudiera haberse llevado a cabo la revolución peronista en los años
cuarenta o las transformaciones de estos años si el gobierno lo ejercieran los
parlamentarios? No se podría haber hecho nada, ya que el parlamentarismo es el
triunfo de la negociación superestructural y la derrota del pueblo. Yo quiero
la reelección de Cristina sin incurrir en la tontería del parlamentarismo”.
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