Un país
se construye desde el consenso, un país en serio, lógicamente. Nosotros, los
argentinos, construimos desde la descalificación del otro. Así nos va. Con tan
amplio territorio, rico en minerales, en gas, en petróleo, en oro, con una
fauna variada que nos permite la oferta tentativa de ingerir variedades autóctonas,
pero no comunes como mulita, carpincho, ñandúes, lagartos, vicuñas y lo que se
le ocurra, todo esto sumado a los ganados porcinos, ovinos, caprinos, y
vacunos, además de los equinos que comienzan a ganar mercado. Con un mar rico y
abundante hasta que japoneses, y otras lacras nos priven de ello, llevándose
ballenas y todo tipo de exquisiteces a las que nosotros tenemos el acceso
negado por los precios, así como sucede con frutas y carnes que se van al
exterior y solo son accesibles a los grandes bolsillos argentinos entre los que
se cuentan los de nuestros políticos “austeros”. Como decía, con tan amplio
territorio, somos un país tercermundista con poca educación, con mala salud y
con un pronóstico reservado al corto plazo económico.
Este 25
de Mayo, a 203 años de aquel1810 que leímos en libros y enseñanzas, nos muestra
desunidos y enfrentados. Los historiadores nos dicen que lo que aprendimos
durante tantos años, a veces fue mentira y algunos de los próceres fueron, en
realidad, entregadores de la patria. Así cayeron Alvear, Roca y compañía. No
sabemos que sucederá en el futuro con esta época nefasta de la Argentina donde
se enriquecen los que deberían defendernos y sufre el soberano, el pueblo, el
dueño de la patria, el que pone el pecho en las guerras y el dinero en los
impuestos. La fiesta de este 2013 fue estupenda. Setecientas mil almas
disfrutando del carnaval patriótico y otras miles criticando el despilfarro y
la supuesta mentira. Aquí ya no importa quien tiene razón y quien miente. Aquí
lo que importa es ¿Hacia donde vamos y lo que haremos los dueños de la
Argentina con esta patria deshilvanada y confusa? Ya no importa el River – Boca,
el peronismo o radicalismo, la derecha o la izquierda. Lo que importa es ¿Que
vamos a hacer con el futuro de nuestros hijos y nietos cautivos de esta pelea
que no construye y se lleva lo mejor de nosotros? Hoy está Cristina como antes
estuvo Isabelita, el turco, Alfonsín o De la Rúa. Ninguno pudo construir un
país mejor al que fuimos. Ninguno supo pronosticar una salida para volver a
aquellos años de bienestar en que vivieron pobres y ricos, pero con decencia y
dignidad. Hoy los pobres viven indignamente y los ricos son demonizados por
corruptos. Nada, lo sabemos, es definitorio. Siempre hay una zona gris donde se
mezclan los valores o se dinamiza la diferencia.
El
mundo nos mira azorado. Sin poder creer que podamos despilfarrar la vida futura
por luchas intestinas que nos mutilan el porvenir. Quizás no leyeron nuestra matriz
patriótica. Quizás no se enteraron de las incoherencias que permitimos y
disculpamos y con las que aprendimos a convivir. Quizás nos midan desde su
coyuntura. No saben que los argentinos, hijos dilectos de Dios, no nos
manejamos con los mismos parámetros del resto del mundo. Quizás no puedan
entender que valemos lo que decimos que valemos y pretendan medirnos con la
vara que rige la humanidad. ¡Pobres ilusos! ¡Nosotros somos los más vivos! ¡Es
hora que se enteren!
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