El
Justicialismo sigue necesitando de sus apóstoles. Año tras año, acto tras acto,
la memoria de los fundadores del Peronismo debe permanecer intacta en la mente
de los militantes, para eso es necesaria la liturgia y las veinte verdades,
aunque ya no se pueda cumplir ninguna de ellas. La hipocresía oficial lo
mantendrá en secreto y, en el pináculo, la imagen eterna de Perón y Evita y,
por supuesto, sin dejar de olvidar a los “gorilas”, aunque la frontera entre
los gorilas de antes y los nuevos, sea difusa y un hombre que proclama su
sangre peronista como lo es Hugo Moyano, califique al gobierno de “gorila”.
Así, sin eufemismos, en la cara misma del máximo poder argentino, por obra y
gracia del voto del pueblo.
En
esta ocasión, los sesenta años de la desaparición física de la “Abanderada de
los humildes” reunió a los defensores de su memoria en las escalinatas del la
mismísima municipalidad denominada “Palacio Eva Perón” y que, desde hoy en más,
contará con un monumento creado por el escultor José Pereda, a su memoria. No
se hizo en la esquina de Rivadavia y no hubo grandes multitudes coreando el
nombre de Darío, solo funcionarios, consejeros y concejales y una tropa
disciplinada que sostenía banderas de funcionarios. Lo primero que llamó la
atención, fue la notoria falta de banderas de los camioneros que solían copar
la escalinata, tampoco pudimos ver banderas de La Cámpora, digo que no las
vimos, no que no había, pero si había deberían haber estado más visibles. El
acto en si fue un discurso del intendente en una de las pocas apariciones
públicas, luego lo haría en la conmemoración de los dos años de Kolina donde no
hubo periodismo, lo que no significa que hayamos grabado su discurso, esta vez
notablemente más contemporizador, aunque insistiendo en que, “No soy hipócrita,
digo lo que siento, lo que me sale”. (No es el epíteto más común que solemos
escuchar de él). En definitiva, Darío recurrió a su libro de recuerdos y en el
Hospital que lleva el nombre de la homenajeada, dijo: “Desde el día en que se fue físicamente,
Evita logró una permanencia única en la memoria y el corazón del pueblo
argentino. Incluso, su incansable lucha por la justicia social también
multiplicó su legado en toda América Latina”. En ese sentido, instó a los presentes a examinar sus conductas en
relación a la enseñanza que dejó el accionar de la Abanderada de los
Humildes. “Hoy quienes pretendemos sumarnos a esta reparación histórica que
está realizando Cristina Fernández tenemos que reflexionar sobre cada una de
nuestras actitudes porque, en estos días, el compromiso debe redoblarse”,
analizó. Posteriormente, continuó con el discurso destacando, “Este edificio lleva el nombre de Evita porque
el pueblo de Lanús lo pudo concretar. Hace sesenta años que el pueblo argentino
sigue honrando la memoria de Evita, a quien los gorilas no pudieron desaparecer, al contrario, su nombre tiene más fuerza que nunca entre
nosotros. Ahora la tenemos a Cristina, les guste o no les guste, y junto a
ella, todos nosotros somos Evita. Sesenta años es un pedazo importante de
historia, mientras creyeron que nos olvidábamos, le demostramos más que nunca que Evita está presente, y con
ella como bandera vamos por más… ¡Queremos profundizar y seguiremos avanzando
con los más postergados adelante! Porque somos cada uno un pedazo de Evita, más
que nunca apoyamos a Cristina y defendemos esta causa nacional y popular”. Finalmente,
cantó Ignacio Copani, no sin antes verter su nostalgia sobre Evita. Estuvieron
presentes, el senador provincial José Luis Pallares; las diputadas provinciales
Karina Nazabal y Natalia Gradaschi; el presidente del Concejo Deliberante,
Héctor Bonfiglio; el presidente del Consejo Escolar, Roberto Crovella; el
secretario General del Sindicato de Municipales de Lanús, Miguel Pedelhez; el
director ejecutivo de la UGL X del
PAMI, Ismael Alé; el jefe de la UDAI Lanús
del ANSES, Gustavo Magnaghi, entre otros.
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