Todos
los que no somos obsecuentes y chupamedias oficialistas, entendemos que la
política miente y tergiversa la información. Está en sus genes como el cuento
del escorpión (que ya debe conocer), por eso, entendemos que, el hecho de
considerar un “éxito” la inscripción de 1,4 millones de personas en el plan
Fines que le paga a los pibes de, entre 18 y 25 años, y a los maduros que adeudaban
materias del último año, para que estudien es, al menos, un “descuido” de los
publicistas de este gobierno peronista de izquierda. Con dos dedos de frente,
se puede entender que, si este gobierno lleva en el poder casi diez años, que
chicos de 18 años no concurran a estudiar, se debe a una falencia del mismo
gobierno que hoy se llena la boca hablando de logros culturales cuando la
educación vive su peor momento con paros y cortes de colaboración de parte de
los gremios que defienden a los educandos. Esto es claro y, difícilmente,
rebatible, salvo que salga algún Kirchnerista a contarnos su versión ideal.
Esto es predecible cuando defienden los trenes que compran y destinan a
depósitos, la seguridad, considerándola “una sensación”, y la economía que
dispara una crisis monumental, encubierta por los “cerebros oficiales” como
Lorenzino, un títere oficial que no habla, sino cuando le dan letra y se cuida
de mencionar la palabra “inflación” o “riesgo país”, frase de moda en el
gobierno de “Chupete”, y hoy con niveles temibles y De Vido asegurando que “el
gobierno, “no pierde el tiempo en ir a pedir recursos a los organismos
internacionales que llevaron al país al peor desastre de su historia, y que
ahora vienen a hablar de las estadísticas que confecciona el Indec”, omitiendo,
claro, que ningún país en su sano juicio, nos prestaría un dólar o euro.
Que
exista el Plan Fines, es loable, aunque innecesario. Cualquiera puede retomar
sus estudios postergados sin incentivo. Lo malo es que deba estar sustentado
por el estado, porque esto significa que la realidad es paupérrima y debe
trabajar a destajo, para sostener un nivel de vida que antes le permitía volver
al estudio sin necesitar la mano “interesada” del gobierno que, con esa
propaganda, suma votos y voluntades. No es difícil de entender, solo hay que
sacarse la venda y pensar por si mismo. Cuestión para la que no es necesario un
secundario, sino un poco de sentido común. Lo curioso es que, este humilde
periodista sea el único que se de cuenta, ¿Será que nos acostumbramos a comprar
lo que venden sin analizar lo que vale? ¿Será que nos acostumbramos a aceptar
la dádiva sin saber lo que sacrificamos por ella? Argentina fue la cuna
cultural de América. Hoy, obviamente, ya no lo es. Un Plan Fines no nos
devolverá el caudal perdido, téngalo por seguro.
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