17 junio 2013

Elogio de la mediocridad



Lamentábamos la tragedia de Cromagnon con 194 muertos, pero la reemplazamos por la tragedia de Once con poco más de cincuenta, la que, a su vez, fuera reemplazada por la de Castelar con solo tres muertos y muchos heridos. La estadística favorece la esperanza, pero la fatalidad sigue instalada. Boca Junior festeja no salir último, River es goleado a punto de disputar una posible final con el conjunto rosarino Newells y todo espectáculo es como la copa Argentina donde uno de la D, le gana a uno de la A o de la B, o de la C. Igualados en la incapacidad de generar fútbol.
Massa es un candidato sin candidatura porque Cristina anuncia su pensamiento por twitter y Alfonsín decreta la muerte política de la lacra radical representada por Moreau, entre otros, emitiendo, hacia la ciudadanía que no hay posturas honorables, solo elementos potables que tratarán de ser un poco dignos para que no se note que se murieron las ideologías y fueron reemplazadas por la vil moneda.
Belén Francese escribe y ya no existe un Lugones, un Marechal, una Ocampo que se ocupen de engrandecer las letras que alguna vez fueron sagradas y convocaron a Latinoamérica a visitar nuestras universidades.
Francella reemplaza malamente a algún Dringue Farías, Carnaghi, honorablemente, ocupa el lugar de un Muiño, solo por nombrar a alguien de los miles que enarbolaron la patria actoral argentina.
Todo se nivela hacia abajo en este país de cabotaje donde todos se ofenden cuando es criticado, pero son los primeros en criticar y anunciar que se irían si encontraran un país mejor. ¿Existirá tal cosa o deberemos conformarnos con lo poco que somos y lo mal que nos comportamos?
Mal que le pese a Perón, Para un peronista ya no hay nada mejor que otro peronista. Quizás un colombiano disfrazado o un Properonismo o un radical fapasista, signifique lo que signifique eso.
La delincuencia nos mata, la indiferencia nos consume, la infidelidad nos separa, el asesor de imagen nos maquilla y nos hace perder identidad y nosotros, los argentinos que dudamos en ser derechos y humanos, nos mezclamos manoseados en el mismo barro de aquel glorioso y triste cambalache, viendo como la salida ni siquiera está en Ezeiza. Consolados, tal vez, por una Europa en crisis, un EEUU en crisis, un continente negro diezmado por luchas intestinas, étnicas y serviciales, es decir, intestinas y con intereses foráneos. Lo peor es que ya no se como terminar la nota con una moraleja que nos relaje y nos permita otro día de mediocridad camuflada de éxito. Yo también soy mediocre, soy argentino y quiero seguir creyendo que Dios nos indulta cada día porque somos sus hijos dilectos. Eso si, de Argentina no me voy. Como muchos quiero pensar que hay una forma de cambiar esta realidad confusa. Quizás con un voto, nunca con una bota.

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