El
último viernes y con la presencia de los comisarios de las distintas
seccionales de Lanús, la avenida, mostró una imagen distinta del anterior. No
aparecieron los vecinos “indignados”. Los vehículos pudieron transitar
libremente y el mundo sigue girando. Es que poco cambia cuando lo que cambia no
influye en la vida cotidiana de los vecinos. Los marchantes, quizás como
consecuencia del fracaso de la convocatoria o por haber entendido que ese no es
el camino más efectivo para lograr que el delito disminuya, faltaron a la cita
y, es de esperar, que vuelvan a reunirse con las autoridades municipales para
trabajar juntos en procura de recuperar la calle de la delincuencia, para que
vuelvan aquellas imágenes de vecinos compartiendo un mate en la puerta o con
niños jugando sin el temor de ser víctimas de algunos inadaptados. La
delincuencia, bien lo expresa el Secretario de Seguridad, Mariano Amore, “No se
va a levantar un día y saldrá a comprar el diario en busca de trabajo”, sabemos
que hombres con antecedentes tienen una grave dificultad para insertarse en la
sociedad y vuelven a delinquir. Es su modo de vida y el destino que ha elegido,
de nosotros y de una posible unidad de criterio, dependerá que podamos
controlarlo. No desaparecerán y la presencia policial no los disuadirá, a lo
sumo, los correremos a otro distrito. La solución no depende de nosotros,
depende de una justicia social que falla y de una educación que no los
contiene. Esa es la meta a la que se trata de llegar. Una igualdad que deje de
ser discursiva y se convierta en realidad. Una vida que de oportunidades, no
subsidios, a los que menos tienen. Los vecinos que no marchan deben saber que a
esto se llega reclamando donde es necesario que las cosas cambien y eso es el
gobierno provincial, en nuestro caso y el gobierno nacional para generar
políticas inclusivas que no se confundan con dádivas y clientelismo. La palabra
es compromiso y debemos adoptarla todos, en beneficio de todos.
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