Soberanía comunicacional
La Ley
de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) significa un avance concreto
para que la sociedad pueda ejercer, con libertad, pluralismo y diversidad
cultural, el derecho a la Comunicación, un derecho humano básico como la
Educación, la Salud, la Vivienda y la Alimentación.
Como
ocurre con tantas otras leyes en nuestro país, hay que hacerla cumplir. Ello
requiere de una fuerza social que le de sustento y de la voluntad política
del Poder Ejecutivo. La nueva legislación -que dio respuesta a un
generalizado reclamo de los trabajadores de la cultura y la comunicación para
derogar la Ley de Radiodifusión de la dictadura, firmada por los genocidas
Videla, Harguindeguy y Martínez de Hoz- contó con un amplio consenso social.
Si sólo están judicializados dos de los 166 artículos de la Ley de Medios, no
se entiende, salvo por la mora e inacción del Gobierno, que a tres años de
ser aprobada por el Congreso de la Nación todavía no rija en toda su
extensión.
La CTA,
firmante de los 21 Puntos redactados por la Coalición por una Radiodifusión
Democrática en 2004, respalda enfáticamente el sentido antimonopólico de la
ley para promover que la palabra circule libremente, haya pluralidad de
voces, su contenido sea federal, democrático y participativo y el sujeto de
la actividad, el trabajador, pueda ejercer su labor con absoluta libertad de
conciencia.
El 7 de
diciembre expira una medida cautelar presentada ante la Justicia por Clarín
objetando la constitucionalidad de los artículos 45 y 161 referidos a la
cláusula de desinversión para adecuarse a la nueva ley, pero el resto del
plexo normativo está absolutamente vigente desde octubre de 2009. Seamos
claros: No se trata de vestir un santo para desvestir otro. La Central se
pronuncia en contra de todo monopolio comunicacional, sea el Grupo Clarín;
Telefónica-Telefé; Vila-Manzano-De Narváez; Monetta; Grupo Indalo de
Cristóbal López o cualquier otro. Y advierte que el desmantelamiento del
oligopolio no puede llevarse a cabo a través de la figura de testaferros o de
sospechosas triangulaciones que en nada favorecen la transparencia en la
propiedad de las frecuencias radioeléctricas.
La CTA
exige la inmediata legalización de los medios pertenecientes a las
organizaciones libres del pueblo, a quienes la ley les concede el 33 % del
espectro radioeléctrico que no se puede poner en marcha en tanto y en cuanto
la Autoridad Federal del Servicio de Comunicación Audiovisual (AFSCA) no ha
cumplido con su obligación de establecer el Plan Técnico que hace viable la
concesión de licencias a los medios de comunicación popular. El fracaso del
llamado a licitación para 220 frecuencias de TV digital estuvo directamente
vinculado con las exigencias económicas requeridas a los medios comunitarios
que debían abonar alrededor de 150.000 pesos para retirar los pliegos de
adjudicación. Si no se replantea de fondo esta cuestión, si el Estado no
auxilia financieramente a este segmento comunicacional para equiparse
adecuadamente, si la ASFCA los sigue ninguneando, se corre el riesgo cierto
de que este espacio quede vacante y reducido a una entelequia.
Así las
cosas, mientras el 33 % de las empresas capitalistas hacen el juego que mejor
saben y apelan al pasamanos de la tercerización a cargo de familiares y
amigos para “adecuarse” a la ley, el 33% reservado a los medios públicos
sigue siendo el botín de guerra de los gobiernos de turno, las organizaciones
sin fines de lucro que pugnan, hasta ahora infructuosamente, por tener voz
propia, permanecen huérfanas de apoyo oficial.
Necesitamos
que haya otras voces. Que no hablen solamente los integrantes del coro del
establishment. Necesitamos contar lo que está pasando desde nosotros mismos,
a partir de nuestra práctica, sin intermediarios, con nuestro lenguaje y
nuestra propia estética audiovisual. Para que a la realidad no la sigan
explicando únicamente desde la prensa hegemónica o los medios afectos al
Gobierno.
Fijar
los contenidos de la agenda de acuerdo a nuestra estrategia de poder popular.
No comernos los amagues y operativos con los que nos bombardea todo el tiempo
el poder dominante. Producir, replicar y amplificar lo que pensamos, decimos
y hacemos todos los días. Esa es la tarea. Que no empieza ni termina el 7 de
diciembre.
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06 diciembre 2012
Soberanía comunicacional
El Nuevo Cambio
Editor responsable: Alberto Calleja
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