06 diciembre 2012

Un escribano para que nadie tache



El escribano Julián Segura es un contribuyente que hace valer sus derechos y, como profesional del derecho, sabe como reivindicarlos. En esta línea, elige un pasquín local y dice que, “Nunca pensé que nuestra ciudad pudiera llegar a este estado y para colmo, volvieron a aumentar la Tasa de Servicios. Malversación de caudales público, incumplimiento a los deberes de funcionario público, administración fraudulenta, desvío de fondos públicos, apropiación indebida de dinero del pueblo, cobro indebido por conceptos y servicios que no se cumplen y que no corresponden ser cobrados, etcétera, etcétera. Sólo falta homicidio y violación para que al intendente le quepan todos los artículos del Código Penal. Y va por más. Y los concejales, casi por unanimidad, votas sus brillantes ideas y proyectos. Bien por ellos”. Como vecino y representante legal, es válida su protesta y sus expresiones y, por supuesto, es válida su denuncia, la que, seguramente, debe haber concretado en el juzgado pertinente. De otra manera, decir lo que dice sin una denuncia penal correspondiente y con las pruebas que avalen sus dichos, lo convertirían en cómplice de aquel que denuncia. Por supuesto que esto es lo que ha sucedido y descartamos que se trate de un charlatán que vocifera por los medios algo que, en la ley no existe. De ser así, estaría expuesto a un querella grave, sobre todo tratándose de un escribano que, ejerciendo sus derechos, acompañó al edil Salvador Baratta a certificar el funcionamiento de las cámaras, justo el día después del terrible tornado que puso en jaque al distrito y se llevó vidas humanas en su paso, es decir, no salió a colaborar con los vecinos necesitados, sino a hacer politiquería barata (sin doble t) y a buscar debilidades donde había preocupación por el prójimo. Esperemos que sus dichos y sus acciones coincidan. Por el bien de la verdad. Uno de los bienes perdidos.

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