20 agosto 2013

A mi también me asaltaron



Después de escuchar tantas versiones sobre asaltos, entraderas y arrebatos en la vía pública. Después de tratar de dar respuestas a los reclamos a pesar que no tenemos nosotros, los trabajadores de Protección Ciudadana, la responsabilidad de la seguridad en el distrito. Después de responder a tantas amenazas sobre piquetes y marchas si no respondíamos a las quejas, finalmente me tocó a mí.
Me tocó a mí, sin estar en casa, es decir, me tocó donde más me duele, en mi madre y mi mujer, y yo también, como algunos afortunados, agradecí que no las lastimaran. Las imágenes son duras. Llegar a casa y sentir que un par de hijos de puta revolvieron la intimidad de mi hogar duele. Lo admito. Es como una violación de mis cosas más íntimas. En ese contexto, la policía no me dio respuestas, a pesar que esa misma mañana hubo varios hechos de similares características. La policía parece estar aletargada. Llega tarde a todo y, sin embargo, uno sabe que los policías saben mucho más de lo que admiten. Lo se por experiencia. Hoy lo se por haberlo padecido. No es mi primer asalto ni mi primer robo, pero la impotencia de no haber estado para impedirlo es fuerte. No soy Rambo, me alegro de no haber estado. Me alegro de que hayan encontrado dinero para satisfacer su necesidad y, por supuesto, me alegro de que estos hijos de puta no se hayan ensañado con mi familia, pero no me alcanza. Los quiero presos. Los quiero detrás de las rejas donde deben estar los que no quieren lo que todos queremos: Una vida digna y de trabajo. Esta lacra social debe desaparecer. No lo digo hoy que soy víctima. Lo dije siempre y lo sostengo. Muchos de ellos reciben subsidios del estado porque el estado no investiga. No está para eso. Está para generar votos a favor. Y si no es así, que le pregunten al “monito” Rodríguez que disfruta de las mieles del miedo ajeno con dos cooperativas que le reportan miles de pesos solo por ser un delincuente que se sostiene con el miedo de personajes nefastos para la política. No voy a hacer nombres, pero todos los sabemos. La seguridad es, hoy por hoy, la clave de los municipios para mantener su credibilidad, pero si nadie se hace cargo de su responsabilidad como vecino, ¿Qué puede hacer el municipio? Si después del robo llegan tres patrullas y nadie del vecindario se asoma para averiguar lo sucedido, ¿Qué se puede hacer para controlar la delincuencia? Una piba vio una moto parada y a su conductor hablando por celular, pero pidió no declarar por miedo, ¿Qué se puede hacer? ¿No piensa la piba que mañana le puede pasar a ella? Aclaro que el de la moto era mi vecino que no tenía nada que ver con el robo, pero la piba no lo sabía. Triste si los jóvenes viven con miedo porque la intrepidez es propia de ellos y si renuncian es porque ya están entregados a los delincuentes. Todo esto no es sino una catarsis de lo experimentado, pero debe servir para otros. Por lo menos que sepan como se marca una casa y, además de señales y dibujos, en este caso, colocaron un periódico cruzado entre las rejas para que otro supiera donde atacar. Espero que sirva para que alguien impida algo. No es mucho, pero es algo más. Un aporte a la desinteligencia en la que estamos confundidos todos. Eso si. No organizaré una marcha contra el municipio. Es de gente sin principios ni ideas.






No hay comentarios.: