21 octubre 2012

Cataratas de piñas



En la New Age, todo está permitido. Está permitido que miles de mujeres viajen solas a Misiones. Está permitido que aleguen contra el aborto y por el derecho a decidir sobre su cuerpo y defenestrar el tema de la violencia de género que las aflige y las victimiza. Y, en ese contexto, son pocos los que se oponen. La Iglesia, los pacatos que pretenden decidir por otros, y la ley que no termina de decidirse sobre temas que marcan la salida hacia un nuevo siglo de luces sin sombras. Que treinta mil mujeres marchen por el país, es loable, y es loable que luchen por sus derechos cuando la sociedad se indigna, pero no actúa. Lo que no es lógico, es que este gobierno que se quiere mostrar progre, atente contra lo que, supuestamente, pregona. No se puede admitir la lucha contra la violencia y no tomar partido por el aborto, para no enfrentarse al despotismo eclesiástico imbuido, todavía, por los que celebran la castidad, pero admiten curas pedófilos, después de siglos de oscurantismo donde los distintos eran quemados en hogueras y torturados hasta admitir culpas ajenas. Con esa iglesia que no ha cambiado mucho, sobre todo con un papa que enarbolaba una cruz esvástica en su juventud. Lo que no es admisible es que entre ellas haya discordia. Que entre las miles haya un tema político que divida y enfrente y llegue, incluso, hasta las piñas. La Cámpora no entiende o cree que puede marcar pautas a movimientos sociales arraigados en el reclamo popular. Los pibes, lo sabemos, son temerarios y creen que el mundo les pertenece. Está en el adulto, explicarles que hay un camino que necesitan recorrer antes de dirigir la economía del país, su principal aerolínea, o los distritos, ¿Es una deuda del gobierno no hacerles entender que Máximo no está maduro para conducir? ¿Es una deuda gubernamental no entender que este engendro de Unidos y organizados es solo un desesperado intento de perpetuación sin más argumento que el de la caja propia y una mujer desesperada que miente, difama y se arroga decisiones que debe consensuar porque el poder no es suyo y si del pueblo?. El reclamo, para que surja, debe ser plural, ni de una facción, ni de otra. Si se convierte en un tema político, se quedará en el camino, en cualquier camino, sea en Tucumán, en Salta, en Misiones o donde se vuelva a producir. Y de ese punto no habrá retorno posible. Quizás, deban entender que, en esta lucha por ser dueñas de su cuerpo deban ganar la batalla más importante. La de ser dueñas de su espacio de poder y, sobre todo, dejar de competir entre ellas mismas, porque el enemigo, que no somos los hombres, ha tenido el poder durante demasiado tiempo y no lo soltará sin dar pelea.





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