Si no se
consigue que la causa por el asesinato de José Rucci, sea considerada como de
“Lesa Humanidad”, esta será archivada y nada habrá pasado. La lucha de Romina
será inútil y la memoria quedará tan archivada como este burdo intento del
oficialismo de hacer ver como que el tema debe ser postergado para un mejor
análisis y que el tiempo calme el ímpetu de los que intentan que el pasado no
se repita. Con ese espíritu, los integrantes del bloque del Frente Renovador
“17 de Octubre”, presentaron un proyecto que, luego de la sesión de Labor
Parlamentaria, y una vez< en el recinto, se determinó que no sería votado a
pesar de los votos contrarios de la poca oposición. Aún así, las exposiciones
duraron casi dos horas de testimonios, de peronómetros y otras yerbas. Escuchar
a la concejal Gagino hablar de peronismo, de compañeros, al igual que el
presidente del bloque, Héctor Montero, una con raíz radical y el otro desde la
izquierda, daba una sensación de hallarnos en un talk show donde cada uno
expone y nadie se lo cree. En ese orden y, sin olvidar que no sería votado, los
testimonios fueron creciendo en efervescencia aunque todos sabían que solo era
“para la tribuna”. Una burla para la democracia, para los vecinos que alimentan
esta patraña disfrazada de política y para los periodistas que tenemos que
hacer malabares para que se entienda que, en este antro, nada puede salir que
no sea “negociado antes de su tratamiento”.
Para que se entienda este circo, los concejales, aunque no sea su tema,
decidieron que la actitud de los gendarmes y el cuerpo de prefectura, debería
ser rechazada por atentar contra las instituciones democráticas. Una verdadera
burla. En defensa del proyecto de Rucci, el concejal Deibe analizó que, “Lo
presentamos para que el crimen del dirigente sea considerado de lesa humanidad
(por lo tanto, no prescriptible) a efectos de investigar a fondo quienes fueron
los autores materiales del asesinato siendo esta la única manera de que su
muerte no quede impune”. Detrás de los ediles, el grupo de camioneros comandado
por el secretario Juan Vanati, guardaba un silencio tenso, cargado de respeto
por la institución aunque latente en su ferocidad. Otro tema fue, ocupar la
vacante tras la renuncia de Salvador Baratta a la comisión permanente de
seguridad. En esa línea, Baratta agradeció los conceptos sobre su conocimiento
y capacidad, aunque estimó que, si era así, ¿Por qué no analizaron sus
proyectos?. Cuestión que provocó la extemporánea reacción de un oficialista que
pidió que los volviera a presentar. Este mamarracho fue detectado por el
presidente del HCD, Ing. Bonfiglio quien pidió que no se hicieran personales
los enfrentamientos. Difícil tarea que es fogoneada desde el mismo ejecutivo.
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