Dicen
que Julián Álvarez no tiene discurso político y que peca por falta de recursos
técnicos y deliberativos. Después de las acusaciones vertidas en contra del ex
comisario Salvador Baratta, acusándolo de pretender instalar los reclamos
policiales como factor desestabilizador cuando, en realidad, Baratta, como
miembro activo de SIN.PO.PE, el sindicato policial, se hallaba reunido con el
ministro Alejandro Granados, intentando destrabar el conflicto, apreciando el
esfuerzo del gobernador Scioli por alcanzar un acuerdo y desanimando a la tropa
para que abandone el acuartelamiento y acepte el ofrecimiento de 8.570 pesos de
básico, lo que queda es la preocupación de los lanusenses porque este muchacho
camporista, de la mano de la declinación de Darío Díaz Pérez, pueda llegar a
pensar en dirigir los destinos del municipio de Lanús.
Darío
debe estar lamentando haberlo sentado a su diestra en el acto de asunción en el
HCD local, pero se sabe que su presencia no responde a sus cualidades políticas
sino a su cercanía con el poder ejecutivo y su capacidad de acercar dineros
frescos al municipio como ocurrió días pasados con el dinero para arreglar
escuelas. Lo lamentable es que el espacio dirigido por Máximo Kirchner con la
venia de Cristina, siga creciendo a pesar del deterioro que causa en la vida
económica argentina vía Kicillof o Recalde.
La
seguridad es un tema demasiado serio para ser tratado por incapaces. Deberían
saberlo las autoridades del partido gobernante, o quizás lo saben y festejan
cada metida de pata de estos imberbes con sueños de grandeza y esperan que se
derrumbe el ciclo para ascender, ellos mismos a los lugares de privilegio y de
decisión. El pueblo mira y espera. Ya dio su veredicto que parece no haber sido
escuchado por el gobierno.
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