"...Y
para terminar, futuros colegas, no olviden jamás que la abogacía es una
profesión privilegiada. Ustedes pueden elegir cómo ejercer esta profesión.
Pueden hacerlo como si fuera un simple curro, un trabajo más, una forma de
ganar plata o sobrevivir, o pueden convertirla en una herramienta
extraordinaria. Si sus talentos, ambiciones, relaciones y oportunidades se lo
permiten, pueden ser abogados de multinacionales en contra de su propio país,
pueden asistir a los poderosos en perjuicio de los débiles, pueden dar respaldo
jurídico a los turros o a los mafiosos en detrimento de las personas de bien.
Es posible que entonces ganen mucho dinero, e incluso, si no tienen conciencia,
ni siquiera perderán el sueño. Y también pueden optar por defender al débil, al
oprimido, al que no tiene dinero, al avasallado en sus derechos, a la víctima
de una crueldad o una injusticia. Es probable que entonces nunca sean ricos:
casi seguro no lo serán. Deberán yugar en tribunales pateando puertas y
caminando pasillos, soportando la arrogancia de muchos magistrados y la
insolencia de otros colegas, aguantando la ingratitud de los mismos a quienes
ustedes han decidido defender. Tendrán que habituarse a perseguir a sus
deudores para que les paguen los honorarios que ustedes se han ganado con el
sudor de sus frentes. Deberán tolerar las descalificaciones propias de la mala
fama creada por los malos abogados: que los llamen "cuervos",
"aves negras" y "picapleitos", aun cuando ustedes no lo
sean y por lo tanto no gocen de ninguno de los beneficios que proporciona la
falta de escrúpulos. Tendrán que pasar por todo eso si eligen este camino. Pero
les aseguro una cosa. En algún momento, en algún caso, en algún juicio, al
menos una vez en la profesión, ustedes contribuirán a algo verdaderamente
grande. Un día ocurrirá que ayuden a liberar a un inocente injustamente preso,
o a condenar a un culpable de un crimen aberrante, o a hacer cesar alguna
violencia intolerable, o a recuperar la dignidad a uno de los tantos humillados
y ofendidos que habitan la tierra. Un día ustedes serán una herramienta de
liberación para alguien. Habrán ayudado a que haya una injusticia menos en el
mundo. Y cuando eso suceda, ustedes sentirán de pronto que todos los esfuerzos,
amarguras, ingratitudes, broncas, disgustos y contratiempos que significa el
ejercicio cotidiano de la profesión de abogado, valieron la pena. Serán algo
más que abogados: serán verdaderos auxiliares de la Justicia: no la justicia
entre comillas que habita en los Tribunales, sino la justicia verdadera que
late en el corazón de los hombres y las mujeres de bien. ¡Y cuando eso pase,
habrán descubierto que esta profesión tan vilipendiada, en apariencia tan
ingrata, es una de las más hermosas y nobles tareas del mundo!
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