Si
hay algo que reconocerle al peronismo es su coherencia. Cuando yo era pibe,
estudiábamos con el libro UPA y allí se podían leer frases que acuñaban aquello
de: “Perón cumple. Evita dignifica”. No sabíamos, niños aún, que se trataba de
un tema concreto de demagogia. Lo entendimos tarde. Varias décadas después.
Para entonces el peronismo había conseguido cooptar la voluntad de millones que
permitieron que esta fuerza, ya sin Perón, siguiera convenciéndonos que eran
“La respuesta a las necesidades del país”, ese país que era “El granero del
mundo” y destinado a ser potencia, pero que hoy pertenece al tercer mundo.
Hoy,
39 años después de la partida física del General y acompañado por funcionarios
del Gabinete local, el intendente de Lanús Darío Díaz Pérez, asistió a la
ceremonia en la cual, se designó con el nombre María Eva Duarte de Perón a la
escuela secundaria Nº 7 ubicada en Juncal 2436, en Lanús Este. Otra forma de
demagogia peronista, sin Perón, pero con Cristina.
Aquí se luce el comunicado oficial: “Al
respecto, el jefe comunal celebró el criterio de los alumnos quienes, junto a
sus padres y docentes, decidieron -por amplia mayoría durante la votación que
proponía otras opciones- que el colegio llevara esa denominación”. Darío
explicó que, “El hecho de que las nuevas generaciones hayan votado por Evita
significa que su legado aún sigue vigente en la memoria colectiva del pueblo”,
subrayó.
Evita,
a no dudarlo, seguirá viva en la memoria del pueblo porque existe un espacio
político que no puede, ni debe, olvidarlo porque sin la “Abanderada de los
humildes”, se le acaban las estampitas. Evita fue una mujer inolvidable y con
su fuerza y coraje, determinó un cambio social en esa Argentina que,
desgraciadamente, ya no es la misma. Hoy no sería Montonera ni Kirchnerista.
Sería Evita y la sociedad sería como ella la imaginara porque era una mujer con
ideas firmes que no negociaba porque la sostenía un hombre que sabía que el
poder estaba en esa mujer y sus agallas y no en su falsa verborragia que
sostenía físicos que no generaban bombas atómicas, ni guerrilleros que no morían
por un ideal, sino por los sesenta millones de Born. Perón sin Evita, sería lo
mismo que Cristina sin Néstor. Una buena idea sin la fuerza para sostenerla. La
diferencia con aquellos próceres justicialistas es que hoy no existe la
aposición, atomizada en luchas intestinas por poder, no por ideologías, porque
las ideologías no cotizan en bolsa.
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